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Algunos momentos de Kurosawa

El maestro Akira Kurosawa. Foto Tomada de la web
Akira Kurosawa. Foto Tomada de la web
Akira en plena juventud. Foto tomada de la web

Kurosawa se sirve de la tradición y la incorpora como parte de esa obsesión formativa con otros matices. En efecto, su planteamiento supera aquellas formulaciones que definen la formación como finalidades societales y objetivos determinados o contenidos específicos[1] a la manera de una escolaridad. Lejos de ello, la entiende como un proceso dinámico, nada definitivo ni concluyente. Así lo expresa: “…por viejo que sea, yo aún no estoy formado…en mis películas a menudo aparecen principiantes…Bueno, cuando digo que me gusta la gente poco formada no me refiero a que esté interesado en gente que incluso una vez pulida no se convierta en joya” (Kurosawa, 1998, p. 203). Desde luego, se trata de una postura que la define y que de algún modo apunta a la conjugación del verbo “formarse” (en reflexivo) y que recuerda la acepción de Gadamer de apropiación en y de lo que se está formando.
Extracto de tesis doctoral. Claritza Peña Zerpa


[1] Por lo general cuando se identifica el término formación en las obras de: Kant, Rousseau y Durkheim se encuentra que aparece unida al término educación desde algunas diferenciaciones. Desde la visión kantiana, sin la formación y los cuidados, el hombre no puede ser dirigido a un estado superior. No se trata entonces de una generalidad sino de particularidades. Supone entonces que no hay una selección de los beneficiarios de la formación ni mucho menos un límite. Aún cuando precisa que llegar a ser padre es un punto de referencia respecto a la duración, no deja de introducir la idea de la cultura como una alternativa permanente. Con esto, se vincula más débilmente la cultura y formación. Por otra parte, formar para Rousseau no se traduce en particularidades respecto a puestos de trabajo o ciudadanos. Para él, la educación implica: naturaleza, hombres y cosas el verdadero centro es la condición humana dado que en el estado natural los hombres son iguales. Por tanto, pudiera inferirse que para hablar de un hombre formado éste debió ser conducido por ayos (encargados de la instrucción), nodrizas (educadoras) y maestros (enseñantes) desde su nacimiento a un estado en el que “no necesite más gula que a sí propio” (p. 30). En esa conducción se ayuda o suplen faltas. La acción social corresponde a la postura de Durkheim. Las generaciones adultas y las jóvenes se relacionan desde la intencionalidad. En este sentido, el uso del término formar está asociado a una relación entre hombres, desde condiciones de moralidad claramente definidas para el mantenimiento de un orden social. Hay una correspondencia con un producto. No se precisa si la cultura define la formación individual o social.


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